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EL DOLOR PUEDE EXISTIR… PERO SIN SUFRIMIENTO 

 octubre 11, 2019

By  Rody Correa

Cuando tenemos una experiencia dolorosa, por la razón que sea, no tenemos porqué sufrir. Ahí radica la gran diferencia de cómo vivimos dicha experiencia. Creo que hay un espacio considerable entre el dolor y el sufrimiento. Podría plantearlo así:

“El dolor es inevitable, el sufrimiento es una decisión”.

El dolor es una inevitable consecuencia de un acontecimiento que nos genera dicha emoción. El sufrimiento es una decisión y nos hace mucho más daño y nos pone en una situación de riesgo. Es importante considerar que podemos controlar o gestionar el sufrimiento. No estoy seguro de cual de los términos es más adecuado, pero no importa, la cuestión es que podemos EVITAR el sufrimiento, mientras que el dolor se podría afirmar que es inevitable. Ciertas cosas duelen y punto.

En una experiencia dolorosa personal reciente, creo que sufrí en vano. Porque buena parte de lo que convirtió el dolor en sufrimiento fué que estaba aferrado a asociar que lo que había vivido era injusto, vergonzoso, un gran fracaso. Si por ejemplo, hago un gran esfuerzo por conseguir un contrato o nuevo cliente, presento una propuesta, me comunico por teléfono o en persona, envío los correos acordados, etc. Y luego, si no obtengo respuesta del cliente o el contrato potencial no se concreta, puedo “aceptar” basándome en mis creencias emociones nocivas: qué fracaso, qué injusto, qué vergüenza.

El rechazo

El rechazo en general duele, en el aspecto personal y profesional. Pero si en lugar de aceptar esas emociones adopto una actitud triunfadora y reconozco mi error e incorporo la creencia de que se aprende de los fracasos, el dolor no se convierte en sufrimiento. Esto sin caer en un optimismo ridículo (si existe tal cosa), y sin caer en una negación de la realidad de que algo pasó y hay que aprender.

Esto sería más significativo ante una experiencias más profundas, una traición, una separación, una deuda inesperada, la pérdida de un ser querido para llegar a una de las experiencias quizás más profundos y dolorosas. Duele, y la idea es que transitar el dolor es necesario, hace bien, y es la forma de “salir al otro lado” ileso, más saludable, fortalecido aunque quebrado, con renovadas fuerzas y quizás la ventaja mayor: creer que resultará en algo bueno.

Cuando algo nos duele, para que no se agrave y se convierta en sufrimiento, tenemos que tomar conciencia de por qué sentimos el dolor. La más sencilla respuesta, y quizá evidente, es que nos duele debido a nuestro sistema o conjunto de creencias. Un tema que vamos a abordar luego.

El dolor es digno de respeto, respeto propio que es muy importante en momentos de vulnerabilidad.

“Una de las tareas que tenemos los seres humanos es aprender a legitimar el dolor y reconocer que no es signo de debilidad sino de la vulnerabilidad inherente a nuestra condición de seres sensibles., lo cual es muy distinto.

Nuestra fuerza y nuestra dignidad no residen en no sentir el dolor sino en cómo lo sentimos y expresamos”.

“Sentir el dolor con dignidad. Esa es una hermosa actitud que merece nuestra reflexión y nuestro aprendizaje. Poder decir: “Me duele muchísimo tu respuesta…” y sentirlo y estar ahí… más allá de cualquier otra consideración acerca de por qué el otro hizo lo que hizo o dijo lo que dijo”.

Norberto Levy

En conclusión recuerda estas frase y por qué no, repítela cuando la próxima experiencia dolorosa toque a tu puerta: Sí duele… pero no sufro.

Y que de la experiencia broten muchos beneficios. Te lo deseo de corazón.

Si quieres hablar más al respecto, escríbeme un mensaje.

A vivir intensamente, que la vida es bella. A pesar de todo.